lunes, 24 de septiembre de 2012

I'm leaving you the only way I know , and I never meant to go.


- ¿Se puede saber de qué estás hablando, Josh? Deja de sacar las cosas de quicios y comportarte como un crío. Haces de todo un puto drama, joder, ya estoy harto.

- ¿Que hago de todo un drama? ¿Yo? ¿Qué pasa contigo, Daniel?

- Mira, no me vengas echando a mí las culpas de tus paranoias. No es culpa mía que tú interpretes "tomar un par de copas y charlar con un amigo" con "emborracharse y enrollarse con otro".

- ¿Insinúas  que no sé lo que he visto? Joder, Dan, que ya somos mayorcitos. 

Me crucé de brazos, mirando cómo Dan pasaba una mano por su pelo y negaba con la cabeza una y otra vez. Parecía no estar escuchándome. Tal vez ni siquiera lo hacía.
Suspiró, alzando su mirada hasta cruzarla con la mía.
No me gustaba esa mirada. Después de ella diría algo de lo que se iba a arrepentir. De lo que nos íbamos a arrepentir los dos.

- Mira, Josh... creo... creo que es mejor que nos demos un tiempo... ya sabes... para aclararnos las ideas.

Lo sabía. Tragué saliva. No, yo no quería que aquella discusión terminase así. Dan y yo siempre discutíamos, por cosas sin importancia incluso, pero después no tardábamos ni cinco minutos en arreglarlo.

- Pero... Dan, yo... esto no puede acabar así por una tontería como esta.

Le miré a los ojos, que mostraban firmeza en la decisión que acababa de tomar.
No. Mierda.

- No es por ti, Josh. Es solo que... necesito tiempo para pensar. Necesito espacio... y sé que si me quedo aquí no tendré ninguna de las dos cosas.

Bajó la mirada, como si le doliese decir lo que estaba diciendo. Sentí cómo las lágrimas acudían a mis ojos, sin poder evitarlas.

- Está bien, haz lo que quieras -susurré, sin pensar en lo que estaba diciendo.

¿Había dicho yo eso? 
Maldita sea, Josh, ¿por qué coño has dicho eso? 
Lo único que quería era tirarme en sus brazos, pedirle perdón, suplicarle si era necesario que no se fuese. Que no me dejase... solo. Eso era, solo. me aterraba la idea de estar solo. De despertarme cada mañana y que lo primero que vea  no sea a él a mi lado. 
Dan se limitó a mirarme, dolido, diría yo. Supongo que él tampoco esperaba mis palabras.

- Bien -murmuró.

Tragué saliva mientras asentía, viendo cómo salía por la puerta de casa. Para irse. Y tal vez no volver. Podría... podría evitarlo.
Vamos, Josh, dile lo que sientes, dile que lo sientes.

- Esto... ¿Dan?

Se giró para mirarme, esperando que dijera lo que yo esperaba decir. Pero no, qué va. 

- Y.... ¿Y tus cosas?

Me estaba luciendo.

- Ah. Eh... ya vendré a por ellas suspiró, cerrando la puerta después de susurrar un "cuídate, Joshua". 

Mierda. 

- Dan... -susurré, con las lágrimas cayendo por mis mejillas.

Y ya está.
Todo había acabado.



Ha pasado ya casi un año y medio desde la última discusión que tuve con Dan. Desde la última vez que le vi. Después de que dejase que se fuera de vida de aquella manera, sin hacer nada por retenerle a mi lado.
En un primer momento pensé que podríamos arreglar las cosas cuando viniese a recoger sus cosas. Pero no. Se encargó de venir exactamente cuando yo no estaba, el fin de semana que decidí marcharme a Ibiza para desconectar un poco de todo. Tan solo dejó las llaves de casa sobre la encimera de la cocina. Sin una nota, nada.
Un año y medio sin saber cómo está, dónde está. Me sentía vacío por dentro. 
No más buenos días, no más tardes eternas de sábado sin hacer nada, pero juntos.
Se acabó Dan, se acabó todo. 
Apenas salía de casa. Unas semanas antes de que lo que pasó entre Dan y yo, You Me At Six se había tomado un descanso oficialmente hablando, por lo que el grupo ya no era una excusa para seguir viéndole.
Los chicos trataban de sacarme de casa como podían, o como se les ocurría, pero con poco éxito. Recuerdo la discusión que tuve con Matt el día de mi cumpleaños. Sólo a él se le ocurrió el razonamiento de "Si Josh no sale, llevémosle la fiesta a casa". En fin. Tan pocas luces como de siempre.  Obviamente me largué.
Suspiré largamente volviendo a la realidad. llevaba dos horas sentado frente a la ventana, con la guitarra en mano, tratando de sacar algo productivo de allí. Pero nada. 
Miré hacia el exterior, donde llovía a jarros. Es Londres, cómo no. Qué asco da todo, joder.
Mi móvil sonó, impidiéndome seguir pensando. Miré la pantalla. ¿Max? Hacía semanas por lo menos que no hablaba con él.
Descolgué.

- ¿Josh?

Sonaba... ¿preocupado?

- ¿Qué hay, Max?

- Ehm. Bueno, aquí estamos. -se aclaró la garganta- Esto... Josh.. ¿podrías venir hasta casa? Tengo... tengo que hablar contigo.

Fruncí el ceño. ¿Desde cuándo tenía que recorrerme media ciudad para hablar con alguien? ¿No era más fácil por teléfono?

- No puede ser por teléfono, ¿verdad?

- Es importante.

- Está bien -suspiré- Ahora voy.


Me vestí relativamente rápido y unas ocho paradas de metro después llegué a casa de Max. Me abrió la puerta Chris, a quien me sorprendió encontrarme.

- Hey, Josh -me dio una palmada en el hombro, con un atisbo de sonrisa en sus labios.

- Hola Chris, cuánto tiempo -sonreí, revolviéndome el pelo mojado a causa de la lluvia.

- La verdad es que sí. Pasa, Max está haciendo café.

- En realidad lo está metiendo en la cafetera automática y lo sabes -reí, entrando hasta la cocina, donde me encontré a Max, con semblante serio. ¿Qué coño estaba pasando allí?

- ¿Qué pasa, Max? ¿Toda esa seriedad?

- Eh... hola a ti también, Josh.

Me senté en una silla, de brazos cruzados, esperando una explicación a todo aquello. Max debió de dar por entendido que no iba a estar muy por la labor de ser sociable hasta que no me contase sobre el asunto, porque suspiró e imitó mi postura.

- Bien. Vale. A ver. Por dónde empiezo.

- Por el principio y ya, que me estás desquiciando.

- Es que... verás, Josh, no es fácil de explicar...

- Joder, Max.

- Es por Dan.

Me giré de golpe para mirar a Chris, que era quien había hablado esta vez.

- ¿Q-qué? -me volví hacia Max, al que pude ver cogiendo aire antes de empezar a hablar.

- Está... está en el hospital. Hace... hace un par de semanas que le ingresaron por... insuficiencias cardíacas o algo así. No te lo dijimos porque no queríamos preocuparte, pero... los médicos dicen que ha empeorado.

- ¿C-cómo que ha empeorado?

- Necesita un transplante, Josh. O un milagro -susurró, bajando la mirada.

Tragué saliva, parpadeando varias veces, mientras pasaba una mano por mi pelo. 
No. No. No, joder, no. Eso no era posible. Dan no.

- No puede ser -murmuré, levantándome de la silla. Cogí mi sudadera, dispuesto a salir de allí.

- ¿A dónde vas? ¿Josh? ¡Josh, esper-

Cerré la puerta con fuerza, mientras luchaba por contener las lágrimas. Paré al primer taxi que me encontré al salir a la calle y no sé muy bien cómo, le di las instrucciones para que me llevase al hospital.
Tardamos alrededor de quince minutos en llegar. Le pagué, sabe Dios cuánta propina le dejé, porque me largué nada más paró el coche.
Llegué a recepción con la respiración acelerada, tanto que la enfermera debió hasta preocuparse por mí.

- ¿Puedo ayudarle en algo?

- Vengo a ver a... Daniel Flint. Por favor.

- Lo siento, joven, la hora de visitas ha terminado. Puede venir mañana por la mañana si lo desea.

- Oh, venga. No puede ser. Por favor. NECESITO verle.

No sé si fueron mis lágrimas las que la convencieron o que estaba a punto de acabar su turno y no le apetecía discutir con un imbécil, pero accedió.
Habitación 126.
Me paré, cogiendo una bocanada de aire, tratando de calmarme.
Abrí la puerta lentamente, hasta que me encontré con una imagen de Dan que nunca hubiese deseado ver. 
Estaba demasiado pálido, demasiado delgado, demasiado mal. Su pecho subía y bajaba con dificultad debido a su débil respiración. Decenas de cables le conectaban a un montón de monitores ruidosos, que rompían el silencio de la habitación.
Me acerqué a él despacio, sentándome en la silla que había junto a su cama. Cogí una de sus manos y la estreché entre las mías, mientras rozaba su mejilla con suavidad, sin poder evitar que mis lágrimas mojasen su piel.

- Lo siento mucho, Dan -susurré.

Me sequé las lágrimas como pude, respirando hondo. Tanto tiempo separados y seguía provocándome la misma sensación que el primer día que nos vimos. Incluso en ese estado.
Me negaba a creer que el mundo no volviera a disfrutar de su sonrisa nunca más.
No podía permitirlo. 


"Querido Dan

Si estás leyendo esta carta ahora mismo significa que todo ha salido bien. Que estás bien. Significa que vas a salir de la habitación de ese maldito hospital, y que vas a empezar una nueva vida. Que  vas a volver a sentarte tras tu batería una y mil veces más, y a dejarles a todos impresionados. Tal vez incluso te apuntes a ese estúpido club de fútbol sala que hay en  la esquina de nuestra calle. Volverás a sonreír.
¿Recuerdas cuando nos conocimos? Yo estaba bebiendo un vaso de coca cola, y Matt me dio una palmada en la espalda. Casi me trago la pajita. Y tú te reíste. Menuda impresión debí causarte. El idiota de la banda, vaya. Nunca dejé de serlo, pero no fui el mismo idiota desde aquel día. Todo por tu sonrisa.
¿Recuerdas nuestra primera discusión? Fue porque te obligué a quitar la play para ver un partido del Arsenal y no habías guardado la partida. Como dos imbéciles. Esa noche dormiste en el sofá. Pero yo fui incapaz de celebrar ninguno de los goles. ¿Sabes por qué? Porque en ese momento me di cuenta  de que ni siquiera las cosas más pequeñas tenían sentido sin ti.
¿Y nuestro primer beso en aquella fiesta de carnaval? Aquella fue la mejor noche de mi vida.
Casi cuatro años juntos, Dan.
Y después vino el infierno para mí.
548 días sin ti. Y todo porque mi orgullo me impidió descolgar el teléfono y marcar tu número. Pedirte perdón por ser tan gilipollas. Decirte que te quería, que te quiero, que te necesitaba.
Porque te necesito, por eso es por lo que hago esto. 
Me resultaría imposible soportar la idea de tener que vivir en un mundo en el que tú no existieras. Vivir con el conocimiento de que nunca más podría verte reír. 
Yo sólo necesito saber que estás bien, es lo que siempre he querido. Tal vez por eso te dejé marchar aquel día, porque te merecías alguien mejor que yo.
De todas formas esto no es un adiós, ni mucho menos. Es un hasta pronto.
Quiero que sepas que vayas donde vayas, estés donde estés, yo siempre estaré contigo.
No te culpes por nada, sé que estoy haciendo lo correcto con mi decisión.
Tan solo te pido una cosa. sé feliz. Vive la vida al máximo, porque has tenido una segunda oportunidad. 
Vive por mí la vida que yo no pude vivir. 
Yo estaré esperándote. Siempre, el tiempo que haga falta.
Porque ahora mi corazón está dentro de ti. 
Es una manera de demostrarte que siempre fue tuyo.
Llámalo un regreso, 

Josh."